Hoy, hablando con un amigo sobre su relación con su pareja, sobre la rutina evidente que se crea con los años… Me ha recordado unas palabras que una vez aprendí de una grandísima amiga y que hoy quería compartirte.
Para ponerte en antecedentes, empezaré diciendo que a veces nuestra realidad discierne de la realidad de tu pareja o de otra persona y nuestro ego inconsciente lucha por mantenernos dentro de nuestra zona de control. Y ahí se crea un conflicto con nosotros mismos y lo que consideramos nuestra realidad, nuestra perspectiva.
Las palabras que quiero compartirte tratan sobre el amor, bueno sobre el AMOR con mayúsculas. Somos AMOR, eso es innegable. En el momento que eres consciente que siendo amor no puede haber espacio para otra cosa, sólo amor, tu vida muta.
Mi gran amiga me enseñó a través de su relación con su hija, que en la vida debes entregarte a los momentos, a las circunstancias. Cuando fue mamá, en los primeros meses una parte de ella estaba alucinando con todo lo que se le venía encima y con el hecho de que al menos en un tiempo largo ella pasaría a un segundo plano, su ego por un momento le cuestionó. Pero su sabiduría ancestral, mi amiga es mucha amiga, le transmitió que no luchara, que debía entregarse al amor, al amor al mundo, al amor a su hija.
Y es en ese momento en el que dejas de luchar contra la realidad y te entregas al presente con amor cuando un estado de paz te abraza y no te suelta, y te sientes liberada, liberado, ligera, ligero.
Estas palabras las llevo siempre conmigo, debemos entregarnos en nombre del amor y nunca jamás erraremos.
La otra cosita mágica que también recuerdo de ella, anterior a esta, ocurrió en los primeros años de relación con su pareja.
Cuando se fueron a vivir juntos, él cada vez que entraba en casa se descalzaba y dejaba las zapatillas en la puerta y los calcetines tirados en mitad del pasillo. Al principio ella no le daba importancia pero hubo un momento que entró en conflicto con su ego ese simple gesto. Pero gracias a su sabiduría que aquí te comparto, lo que al principio visualizaba como un desorden en su paz, el ego, el AMOR lo mutó a un gesto de, el amorcito de mi vida ya está en casa. Y ahí te das cuenta de que todo está en la forma que tengas de mirar.
Puede que esto te resulte una tontería pero creo que a veces está genial enamorarse de unos calcetines en el pasillo.