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Entonces me dí cuenta. Entonces lo entendí todo. Tome conciencia de la energía del Universo. Cada uno de nosotros somos un canal con la capacidad de canalizar la energía universal, llamémosla Amor. Pero para poder canalizar esa energía uno debe liberarse de toda la carga emocional, de toda culpa, vaciarse de su ego, observar el pasado como el aprendizaje recorrido hasta este momento presente. No hay futuro, sólo el mágico Ahora. Como si fuéramos un recipiente, un tubo que debe mantenerse limpio, vacío para que la energía fluya. Y de esa forma el amor, la energía entra a través de ti, te purifica e igual de pura que entra en ti, sale de ti para seguir fluyendo por el Universo.

Y en ese preciso instante desperté. Respiré profundamente tres veces y poco a poco abrí los ojos. Y allí estaba la presencia más bella que jamás había visto en forma de mujer. Me observaba.

Con una voz muy suave me susurró —Llevas dormido mucho tiempo, pero ahora has despertado. Tranquilo.

Yo sólo podía sonreír. Estuve respirando muy profundamente, cada respiración me hacía más consciente de mi ahora. Sentí el Universo, los cuatro elementos. La Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego. Agradecía su presencia. Daba gracias por estar aquí. Aquí y ahora.

Me sentí libre. Vacío. Lleno de amor.

Me dí cuenta que era parte del todo.

Ella, con una sonrisa tan bella como la luz que desprendía, me dijo. —No tengas prisa tranquilo, tu viaje, tu aeronave… pueden esperar. Vive el ahora y observa con estos nuevos ojos el nuevo mundo que te rodea.

Y sentado en posición de Loto, me quedé observando el fuego y todo este nuevo Universo que me abrazaba con amor.

Gracias.

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